Woody Allen es mi neurótico favorito. Discípulo de Ingmar Bergman, Allen ha construido un personaje impagable: esmirriado y feo, es el eterno perdedor del combate existencial de la vida. Sus problemas matrimoniales y obsesiones eróticas han sido muy bien trasladadas a la pantalla, y es, sin duda, el gran cantor de la moderna New York, que es la gran protagonista de sus filmes. Obra maestra de la caracterización es su personaje pusilánime, inseguro, debilucho, hipocondriaco y neurótico. Sin embargo, quienes le conocen aseguran que en sus buenos tiempos podía alzar una cámara en peso sin doblarse; que de no ser comediante se hubiera ganado muy bien la vida como tahúr; y que, a pesar del personaje que recrea en sus películas, nunca tuvo problemas para llevarse a la chica más guapa de la fiesta. Los genios nunca son como parecen. Odiado en Estados Unidos y adorado en Europa, Woody Allen es también un gran escritor y merece sentarse aquí a desdeñarnos con su indiferencia.
Como siempre, ahí les va un nuevo capítulo de mi digesto de The Tools of Screenwriting, de Howard y Mabley. St. Martins Press, New York, 1995.
15. Verosimilitud (Plausibility, p. 78).
Los autores explican lo que era en la tragedia clásica el recurso del Deus ex machina: aparecía al final de la obra un dios que zanjaba el problema por medio de su autoridad. Hoy tenemos equivalentes modernos para esta argucia, pero deben ser evitados. La llegada inesperada de alguien muy poderoso, un ataque al corazón en el momento justo o una herencia caída del cielo son recursos facilones para concluir una trama que no se sabe terminar. El público rechaza las soluciones imprevistas que no dimanan de la lógica natural de la historia que se nos cuenta.
La Verosimilitud no implica un rechazo de los elementos fantásticos. Hay películas que, como King Kong o Star Wars, giran en torno a hechos imposibles en nuestra realidad. Sin embargo, si asumimos desde el principio que estos elementos no realistas pueden ser posibles en la realidad de esa ficción, la historia se desarrollará de manera verosímil. Sin embargo, los universos de ficción también tienen sus propias reglas lógicas, y éstas deben ser respetadas en todo momento si no queremos que el espectador "se salga" de la película y deje de creer en ella. Si asumimos que los coches pueden volar, pero no las bicicletas, no deberemos presentar nunca una bicicleta voladora, sólo coches.
Por último, hay que distinguir entre Inevitabilidad y Predecibilidad. Un gran escritor hará creer al espectador que la historia no podría haber transcurrido de otra forma o tener un distinto desenlace. Esto es Inevitabilidad.
Por el contrario, Predecibilidad es la capacidad que tiene el espectador para averiguar qué es lo que va a pasar a continuación.
1 comentario:
Con esmerada dedicación estamos absorbiendo saprófitamente todo este material precioso que pones en tu blog. Te aseguro que lo estudiaremos con toda atención. Te mando un abrazo.
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