Mi gran descubrimiento de los últimos seis meses fue Pedro Juan Gutiérrez. Compré la Trilogía sucia de La Habana, y poco a poco, intentando saborearlo lo más posible, llegué al final de sus 359 páginas. Pedro Juan Gutiérrez nació en La Habana en 1959, pero al contrario de otros tantos cubanos que han debido salir corriendo del castrismo, Pedro Juan permanece como feroz testigo de la extrema situación de miseria y locura en que se ha convertido el día a día en la isla.
Los críticos y los académicos son profesionales de la catalogación. Pedro Juan Gutiérrez tiene la etiqueta de ser algo así como el Henry Miller o el Charles Bukowsky de Centro Habana. Sin embargo, la línea paternofilial quedó rota con Bukowsky con respecto a Miller. Desprovisto de la honda ansiedad de conocimiento y de aquella europeización un poco snob que ha acabado por hacer de Miller un autor olvidado en su propio país, Bukowsky se alzó como el heredero de cierta estética: alcohol, miseria, sudor, marginalidad, mucho sexo, muchas putas, mucho calor… Se olvida con frecuencia (o se omite con malévola intención) que Bukowsky no era un autor picante, sino un formidable narrador que sobre todo en los cuentos supo alcanzar cimas muy elevadas. Algo así le sucede a Pedro Juan Gutiérrez. Su personaje autobiográfico (en la línea de Blaise Cendrars, de Miller, de Bukowsky) se llama como él y vive como él a lo largo de las casi cuatrocientas páginas de este volumen que recopila 60 relatos. En una Habana de seres hacinados en palacios que se desmoronan y que apesta a sudor y a miseria por todas partes y en las que todos parecen obsesionados por lo mismo: templar (cochar, follar) y sobrevivir. Si templar les ayuda a sobrevivir, mucho mejor. Es el mundo (¿se puede hablar de submundo cuando hablamos de la Cuba de Fidel?) de las jineteras y de los pingueros, y de la mucha hambre que conduce a la plasmación de una realidad goyesca que rezuma por todos sus poros una sociedad putrefacta. Se trata de un libro que aborda con desenfado una realidad tan dolorosa que sólo desde el nihilismo total puede ser tolerada.
Descubierto hace apenas diez años, Pedro Juan tiene dos lecturas: aquella que le podría haber encontrado su lugar en el olimpo de La Sonrisa Vertical, por lo estimulante que puede llegar a resultar su mundo de encuentros sórdidos y a la vez cándidos; pero también encierra la lectura de fondo, que es la que posiblemente hace que la obra de Pedro Juan, un cubano que continúa residiendo en Cuba, resulte tan demoledora: el reflejo social que conduce a una visión desoladora de la vida en la isla. En definitiva, a una crítica social soterrada. Decía Bukowsky que él escribía sobre sexo como una forma de escribir sobre la vida, y en la misma línea creativa se mueve Pedro Juan. Trilogía sucia de La Habana (que recopila tres libros de relatos también publicados independientemente por Anagrama: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí) es una mirada subyugadora a la existencia pesarosa y nihilista de los cubanos, esos que encuentran una buena razón para seguir viviendo en un buen tabaco, un buen ron y una buena cabalgada. El orden no importa, pero que nada falte. Un escritor sólido y una narrativa con ritmo, concisa y fascinante sobre la vida cotidiana en un país en ruinas. Una reseña mejor escrita y más emotiva que la mía puede leerse aquí.
Para saber más de él, visita su página personal.
Descubierto hace apenas diez años, Pedro Juan tiene dos lecturas: aquella que le podría haber encontrado su lugar en el olimpo de La Sonrisa Vertical, por lo estimulante que puede llegar a resultar su mundo de encuentros sórdidos y a la vez cándidos; pero también encierra la lectura de fondo, que es la que posiblemente hace que la obra de Pedro Juan, un cubano que continúa residiendo en Cuba, resulte tan demoledora: el reflejo social que conduce a una visión desoladora de la vida en la isla. En definitiva, a una crítica social soterrada. Decía Bukowsky que él escribía sobre sexo como una forma de escribir sobre la vida, y en la misma línea creativa se mueve Pedro Juan. Trilogía sucia de La Habana (que recopila tres libros de relatos también publicados independientemente por Anagrama: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí) es una mirada subyugadora a la existencia pesarosa y nihilista de los cubanos, esos que encuentran una buena razón para seguir viviendo en un buen tabaco, un buen ron y una buena cabalgada. El orden no importa, pero que nada falte. Un escritor sólido y una narrativa con ritmo, concisa y fascinante sobre la vida cotidiana en un país en ruinas. Una reseña mejor escrita y más emotiva que la mía puede leerse aquí.
8 comentarios:
Totalmente de acuerdo que Castro es un mal ahora para Cuba pero sin duda debemos dejar ver las cosas buenas tambien: que la mejor educacion hasta doctorado (free) y tecnologia en medicina (free) la lleva Cuba desde Mexico hasta Argentina y llevandose algunos otros del mundo entre las patas, esto a lo mejor no es lo que nivela la balanza pero es una buena cara de Cuba. En 2003 tuve la oportunidad de ir a Habana y me parece muy correcto lo que dices, los jineteros las putas y los malvivientes existen en sus calles, al igual me parecio correcto que un estilo de vida muy comun es: cojer una buena mulata, fumar un buen tabaco y tomar un buen ron., eso como escapatoria a una vida no deseada.
En una Habana de seres hacinados en palacios que se desmoronan y que apesta a sudor y a miseria por todas partes y en las que todos parecen obsesionados por lo mismo: templar (cochar, follar) y sobrevivir.
Los tres términos para indicar el encuentro sexual me sonaron completamente distantes. Obviamente no conocía "templar"; "follar" es un "españolismo" ;P, y aunque "cochar" sea una forma muy común em México, esa palabra viene del francés, de la pregunta "Voulez-vous couchez avec moi?"
O sea que cuando dicen los albañiles «¿Qué mija quiere cochar?» hacen uso de una sofisticación europea de pocas madres...
Félix:
Eso de los doctorados,la educación gratuita y tecnología en medicina puede que sea verdad, no lo pongo en duda, pero suena a excusa oficialista, puro escaparate. No hay doctorados ni tecnología que justifique la degradación y la miseria de la mayor parte de la población. Lee a Pedro Juan y ya me dirás de qué les vale tener buenos doctorados a un puñado de negros que se pelean por destazar un caballo putrefacto para comérselo.
Ahora, el embargo que sufre la isla por parte de Estados Unidos desde Kennedy también tiene parte de culpa, no sólo Castro, pero Castro tenía que haber asumido hace mucho que ganó la revolución y perdió la guerra. Por el bien de su gente.
Saludos.
Llorch: los mexicanos son muy sofisticados. Cuando dicen cochar hablan francés, y cuando dicen "gis" hablan latín (en España decimos "tiza", que viene del nahuatl). Yo siempre apelo a la palabra cochar para justificar el uso no-sexual que hago de la palabra "coger". ¿Qué culpa tiena la pobre palabra, cuando hay otras creadas ex profeso para el tema?
Para mi el mejor de sus libros.Y apuntaría otra concomitancia con Bukowsky: la pátina de humor con la que en ocasiones reviste tanta desesperación.
No mame!, pinche Jorge!
megustaria que me hablaran minum 7751071312 para podernos echar unos palenques
P.D.solo CHICAS
A ver, Jorge Anónimo:
¿Pero de qué vas, tío? Si a mí, que soy el ombligo de este blog, no me llama ninguna chica, ¿cómo aspiras a creer que te van a llamar a ti?
Te aconsejo reflexionar seriamente sobre aquel verso de Aristófanes en la Lisístata: "Mi mano será mi amada".
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