Desembalado de maletas gijonesas, llegó Makoki a una ciudad en la que Makoki nunca estuvo, tan salvaje como sus relatos pero sin su sentido del humor. Y llegó con caricatura incluida de Gallardo, que el grande me hizo una tarde con campechanería y paciencia de quien sabe que los admiradores son muchos y la fila larga. El Makoki integral se trata de una recopilación que Glénat, editorial consciente de la herencia histórica del tebeo español, dio como alimento para las fauces voraces del mercado en 2002. Un volumen grande con tapa blanda, en glorioso blanco y negro de la línea chunga, lleno de manchurrones de tinta, tramas mecánicas de los setenta y ochenta y mucho, mucho underground barcelonés de la década más liberal de la historia reciente española. Española y de cualquier parte. Por muchas razones, y no solamente las de la nostalgia, daba gusto estar vivo en los años 80 y reír y sufrir por la juventud de estar vivo. Obra casi colectiva, pergeñada y explosionada por un Gallardo en evolución constante en los pinceles y Mediavilla y Felipe Borrallo en los guiones), Makoki se ha convertido hoy en el monumento de papel de una época un poco precaria y muy libérrima. Se puede leer Makoki integral de muchas maneras, con ojos de sociólogo y hasta de psicópata, fumando un par de petas que inviten a unas risas nostálgicas, con ínfulas de crítico de Interretis o con los ojos cínicos y desengañados de nuestros días. Incluso se puede contemplar hoy Makoki con los ojos de quien reconoce una tumba olvidada entre la fronda de un bosque. Y es que Makoki, a pesar de lo que piensan que voy a decir, ha sobrevivido muy bien el paso del tiempo. Es el tiempo el que se le ha quedado pequeño a Makoki, a su humor irreverente, gamberro y bastante inconsciente. Makoki nos enseñó que los impulsos más oscuros de los pequeños seres humanos pueden ser tomados a cachondeo, y es quizá por ello que los impulsos oscuros no llegaron a exterminarnos, porque los exterminamos primero sanamente por medio de la carcajada estridente y la sal gruesa, sal gruesa que ahora llamamos de mar (es que nos hemos vuelto todos muy fisnos desde que no nos limpiamos el culo con papel Elefante).
Gallardo & Mediavilla & Bonrallo, Makoki integral. Ediciones Glénat. Barcelona, 2002. (***, de 4)
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