Sin duda este será el verano que recordaré por haber asistido a un concierto de Bob Dylan. El maestro pasó por España y tocó a una hora de tren de mi Murcia natal, concretamente en la pequeña ciudad murciana de Lorca (que nada tiene que ver con Federico García Lorca). Lorca tiene alrededor de cien mil habitantes, y allí, desde hace unos años, se celebra un estupendo festival músico-cultural llamado Espirelia donde el año pasado pude ver a don Ennio Morricone dirigir a la orquesta de Televisión Española. Con un whisky en la mano y un cigarrillo en la otra (apostado como estaba en el bar del concierto), nunca podré olvidar a don Ennio mientras dirigía su música en la plaza de toros de Lorca en su único concierto en España. Los acordes de películas como Erase una vez el América, El bueno, el feo y el malo o Cinema Paradiso (¡chin...! No dirigió Novecento) todavía palpitan dentro de mí, y estoy convencido de que al menos uno o dos hubieran querido estar en mi pellejo durante el transcurso de esa noche.
Y bueno, un día deberé escribir sobre aquella magna experiencia (¿por qué uno nunca bloguea sobre aquello que más le impacta y le encoge el alma? ¿Es un blog algo tan pequeño que sólo se presta a expresar juicios y experiencias pequeñas?). Un año después he asistido a mi primer concierto de Bob Dylan en la misma plaza de toros de Lorca. Pasó Bob Dylan por España tocando por aquí y por allí, cascarrabias, huraño y antipático como es él. Sin permitir fotos ni grabaciones de sus conciertos, dando plantones a la prensa y tomándose sus cervezas a escondidas en los kioscos de los parques.
Bueno, me gustó mucho el concierto, cómo no iba a gustarme. No me emocionó, también es verdad. Fue demasiado frío en directo como para ser directo. Como si se tratara de un holograma de Bob Dylan. Pero también fue una excelente velada musical, en la que el maestro Dylan se volcó (literalmente) sobre su pianito durante dos horas. Me entusiasmó sobre todo al tocar esa armónica tan suya que ya es historia. Le concedió carnalidad a un espectáculo un poco sintético, en que Dylan interpretó dieciséis temas rodeado por una orquesta de cinco músicos y, sobre todo, siete mil espectadores dispuestos a vitorearle hasta el fin de la velada.
Quizá por ello, porque el público fue leal y cálido (Dylan es tan leal a su arte como frío c0n el público) se despidió de todos nosotros cantando el gran tema: Blowin´in the Wind, la mítica canción que ya no se parece en nada a la que cantó cuando Dylan empezaba su carrera. Y es que, claro, uno no puede pasarse cuarenta años rascando la guitarra y tocando la armónica sin evolucionar, y lo contrario no habría cristiano que lo aguantase ni arriba ni abajo del escenario.
Como cabecera de este blogo les dejo una pésima foto que tomé del show de Dylan. Verán sobre todo el ambiente jovial que hubo durante toda la velada. En la entrada los cancerberos requerían los bolsos para hurgarlos, y se quedaban con las cámaras, ya que Dylan prohibió expresamente fotografías de su concierto. Muchos burlamos este control policial, y los destellos de flash brillaron durante toda la noche. Reconocerán a Dylan, a pesar de la mala calidad de mi foto, de costado al público en el centro del escenario, tocado por uno de sus curiosos sombreros redondos de ala muy ancha. Y como homenaje a mí mismo (pues Dylan cumplió mi capricho de verle cantar Blowin´ in the wind), les cuelgo un vídeo del Tutubo tan viejo como puede serlo la nostalgia de tiempos de oro que nos dejaron el legado de este mundo de ilusiones en ruinas. La letra en inglés la pueden leer aquí.
7 comentarios:
Ay, no pensé que te gustara Dylan como para ir a un concierto...a mi me encanta y ahora si te tengo una envidia de esas reales, malas, malas...
Dylan es algo que apenas he venido descubriendo, y pues yo oigo mucho rock argentino y, del rock mexicano que se oia en mis tiempos, hay muchos ecos de su "songwritting," Ahora mismo oigo una rola que fue denostada para la banda sonora de "Vaquero de Medianoche" de el. Se llama "Lay, Lady, Lay." Exhuda mucha ternura. Ya veo por que no quedó! Además, mas que el vestigio en el que los Rolling Stones se han vuelto en el que el rock era una música seria y propositiva. Me uno a la envidia que embarga a todo mundo, y mi doña Maquila, no sé por qué, pero se lo perdió!
Yo no se de Bob Dylan casi nada pero definitivamente si estoy celoso que hayas escuchado al maestro Ennio Morricone en vivo y a todo color. Yo hubiera pagado lo que sea por haber escuchado esas excelentes piezas de arte...tributo a los mejores Spaghetti Westerns. Recibe un fuerte abrazo y seguimos aca del otro lado del Rio Bravo. Mas o menos 2,300 km al norte del Rio Bravo. Y vale pues nada, yasta. Ciao!
Wow, suertudote.
No sé, a mí me ocurre igual: lo importante para mí, lo que me impacta, me conmueve o me apachurra el corazón no lo bloggeo, siempre se me pasa...
Saludos.
Casualidades de la vida: leo tu post oyendo "Once upon a time in the west", del gran Ennio (música que sirve de fantástico contrapunto mientras uno hace las tareas del hogar, que pobre soy y no tengo chacha), que es para mí de lo mejor que se ha compuesto jamás (palabra de tipo que oye un 80% de música clásica al cabo del día). Y qué bueno lo que apuntas del holograma de Dylan: acaso fue sólo ese holograma el que visitó tu tierra, el que viaja ya por toda la tierra mientras Bob descansa, ríe y disfruta de otros placeres que no son cantar.
Francisco:
Ese tema también lo dirigió Morricone en Lorca, con una cantante de ópera italiana divina para la parte lírica. Ah, qué gozada. Y te puedo asegurar que, con toda su gravedad de gran compositor y director de orquesta (las formas son las formas...), don Ennio no se comportó ni mucho menos como un holograma. Y se despidió en los bises tocándonos al piano Cinema Paradiso.
Un saludote.
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