Entretengo la noche contemplando la sexta y última temporada de Los Soprano. Comencé a ver la primera a finales de octubre del año pasado, y desde entonces, esta serie se ha convertido en mi referencia y tabla de salvación al llegar a casa por las noches. Me gustó tanto desde el principio que quise espaciar en la medida de lo posible el tiempo entre temporada y temporada, ya que, como todo el mundo sabe, la sexta fue campana y se acabó, kaputt, chirrín con chin. Como ironizó el propio Gandolfini: “No habrá más. Quizá dentro de diez años, cuando estemos todos arruinados, llegará la película de Los Soprano”. Pero aunque quise espaciar en la medida de lo posible, casi no hubo manera: los episodios fluyen uno tras otro y te dejan con ganas de más. Entre la segunda y la tercera temporada vi la segunda temporada de la Star Trek original, y sólo deseaba terminar cuanto antes para continuar con Los Soprano. Tengo un amigo que no podía dejar de ver Los Soprano y llegaba al extremo de devorarla literalmente, llegando a ver hasta cuatro episodios seguidos. Ahora que sé que esto se termina, que el fin se halla a la vuelta de la esquina, siento una especie de congoja pero también de sentimiento de liberación. No es bueno ser esclavo de nada, ni siquiera de lo que más placer te causa. Los Soprano es el gran novelón de principios de siglo, una obra de proporciones literarias basada en un libro que nunca existió, genialmente llevada a la pantalla grande a través de la pantalla pequeña. Demasiadas paradojas y transgresiones de género y de medio, pero así deben ser las obras maestras finiseculares: clausuran una época y abren la gran vagina de la modernidad para que nazca el bebé monstruo del nuevo tiempo. Los Soprano es una elegía triste y resabiada sobre la Mafia, obra maestra y canto de cisne de la tradición del hampa italiana, hoy en retroceso, parece ser, porque se tocaba demasiado el corazón. Los jovenzuelos, bien lo sabemos quienes vivimos en Comalito, nada saben de sutilezas, tradiciones, respeto a las familias ni besos en la mejilla. Tampoco, como en Los Soprano, tenemos aquí un Estado ni inteligente ni poderoso que los pueda mantener a raya.
El gran descubrimiento de Los Soprano fue James Gandolfini, un actor hasta entonces desconocido que fue aupado al estatus de icono cultural universal a partir de su protagonismo en esta serie de mafiosos donde, aunque no lo parezca, no hay lugar para la mitificación de la mafia, ni de su filosofía ni de sus métodos. Gran paradoja, puesto que nuestra empatía está del lado de estos personajes, y no de quienes supuestamente nos representan y defienden. En fin, aquí les cuelgo un par de enlaces sobre James Gandolfini, alma visual y aristócrata oso cavernario de Los Soprano: aquí, una entrevista con Gandolfini donde este estupendo actor demuestra su socarronería y escepticismo sobre su propio futuro como actor. Y aquí, una formidable descripción de su trabajo en la serie firmada por Antonio Muñoz Molina. Y para concluir, una entrevista con David Chase, creador de la serie.
Que ustedes lo disfruten tanto como yo, y si no han visto todavía Los Soprano no saben cuánto les envidio. No saben lo que daría por ser ustedes y tener, todavía, seis temporadas por delante que disfrutar de esta obra maestra del incipiente siglo XXI.
Que ustedes lo disfruten tanto como yo, y si no han visto todavía Los Soprano no saben cuánto les envidio. No saben lo que daría por ser ustedes y tener, todavía, seis temporadas por delante que disfrutar de esta obra maestra del incipiente siglo XXI.
4 comentarios:
Profesor: yo todavía no me repongo de la cruda post-Soprano. Yo vi la serie, semana tras semana, y luego las fui comprando en DVD. En algún momento la volveré a ver. Lo que tengo miedo es que al final me sentiré igual de desolado -desSopranado- que ahora. Saludos.
Fijate que yo no he visto la serie, pero mi mamá si y es fanatica, yo voy a regalarle la serie completa en cuanto la encuentre jejeje,y entonces pienso verla, pero lo que quiero comentarte es que yo he visto series asi, de corrido y las he disfrutado enormemente vi Nip Tuck y ahora quiero ver Dr. House y claro Los Soprano proximamente... me gusta tu blog. Saludos
Luxia
Hola, Luxia. Si regalas a tu mamá Los Soprano la vas a hacer feliz, está muy bien y ese sí es un gran regalo. Ojalá también te guste a ti.
Un saludote.
ha pasado un año desde que vi el último episodio de Los Soprano y aun no sé qué pensar, la serie me encanta, sí, pero el final me dejó estupefacto
Publicar un comentario