Cochinitos andamos, todo sea dicho. Y esto, queridos estudihambres, por culpa de la gripe porcina, que algunos llaman “La Influenza”, como si se tratara de una diva de la ópera. Estados Unidos quiere erradicar la denominación de “gripe porcina” porque es confusa, y hace creer que los alimentos del cerdo son contagiosos, y no es así. Además, el adjetivo “porcino” ofende los oídos de musulmanes y judíos. Los israelíes sugirieron llamarla “gripe mexicana”, lo cual quizá ofenda a los mexicanos y tiene pocas probabilidades de prosperar. Poco a poco se impone el nombre científico, que es el de virus A/ H1 N1, que tiene resonancias de novela de ciencia-ficción. A lo mejor ocurre que no nos gusta reconocer que el cerdo es el animal que más se parece a las personas. A ver, seamos sinceros: ¿a quién no le gusta hacer cochinadas de vez en cuando? A mí, mucho. ¿Y a ti?
Como es bien sabido de todos, el brote de la pandemia surgió en México, donde se han tomado medidas para evitar su expansión. Por ejemplo: evitar aglomeraciones de población. Se cierran bares, restaurantes, cines y teatros. Incluso puestos de taquitos de a peso en los soportales de muchos edificios. Hasta el día 6 de mayo se han cancelado las actividades escolares en todos los niveles educativos, así como toda clase de juntas, seminarios, y cursos en facultades. Me ha venido muy bien, porque esta tarde tenía programada una reunión a la que no deseaba acudir. Disculpen los muertos la franqueza.
Así que, apenas una semana después de volver del receso espiritual de Semana Santa (que no, chicos, que no son vacaciones, así que ya se están tardando en entregar la tarea de Latín que les encargué), muchos se hallan varados en casa hasta el día 6. Son una especie de mini-vacaciones porcinas.
Claro, que no todo el mundo anda en las mismas. Los profesores no tienen obligación de acudir a las instalaciones universitarias, e incluso los estudiantes tienen prohibida la entrada a la universidad (digo yo que para qué, si cuando tienen que acudir también faltan). Quienes tenemos responsabilidades administrativas sí tenemos que acudir, y tal es mi caso. Ya saben que soy el sheriff de una maestría. Así que cada mañana me levanto, rezo mis oraciones en el trono de mi alcoba, tomo mis supervitaminas, me ducho, salgo a la calle protegido con mi tapabocas, y a partir de entonces evito estrechar cien manos y besar cincuenta mejillas. Este es el mayor esfuerzo de todos, aunque se hace llevadero, ya que, con tanta ausencia de seres humanos en la universidad, no quedan casi manos que estrechar, y muchísimo menos, mejillas que besar. Pero no importa, porque la salud es lo primero, y está claro que el objetivo es sobrevivir unos cuantos días más en un mundo que no sólo lo era ya sin amor ni cortesía, sino que ahora es oficialmente un mundo sin besos. Ni siquiera en las telenovelas, leo por ahí. Cochina realidad.
3 comentarios:
Cuídate, profe
Por cierto, imagino que tu tapabocas tendrá un orificio para el cigarrillo :)
Ricardo:
Qué casualidad que se haya decretado el regreso a las actividades laborales y las clases para una fecha tan específica, que, según entiendo, no es tentativa. En estos casos, se antoja más lógico que se suspendan todas las actividades, al parejo, hasta "nuevo aviso." Esto me recuerda por una razón inexplicable a los tradicionales "puentes" que acostumbramos agarrar los mexicanos además de nuestros días feriados. Eso de las faltas me recuerdan a cuando tomaba clases contigo (lo cuál recuerdo con una sonrisa y un melancóholico suspiro de lamentación). Escribí yo también algo a propósito de esta situación, y espero escribir más al respecto. Me encantaría que me dieras tu opinión, especialmente en el post en el que estoy trabajando y todavía no concluyo. Y pues muy fácil, usa el internet pa' comunicarte, no dejes que estos agarren excusas! Acuérdate de mí como era!
Possí, don Brujo. No es cuestión de que uno ande respirando cualquier cosa, que luego pasa lo que pasa.
Un oinkote.
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