domingo, febrero 20, 2005

NOSOTROS LOS POBRES (1948)

Nosotros los pobres es al cine clásico mexicano lo que It´s a Wonderful Life al cine clásico hollywoodense, y en el análisis contrastado de ambas películas podríamos llegar a las inevitables diferencias entre ambas culturas. It´s a Wonderful Life es la película que representa mejor el optimismo norteamericano y la lucha de su pueblo por un futuro mejor. Frank Capra, como es sabido, fue el artista cinematográfico que mejor expuso en imágenes el espíritu del new deal rooseveltiano, aquel pacto entre el pueblo y sus autoridades que permitió remontar con tesón y optimismo la dura prueba de la gran depresión. Nosotros los pobres, por el contrario, es el anti-new deal rooseveltiano. Los pobres del cine popular mexicano, al contrario que los pobres de las películas de Capra, no son pobres predestinados a un futuro mejor, sino a un futuro cada vez más calamitoso. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en las películas de Frank Capra, a estos pobres su desgracia no parece importarles demasiado, ya que en sus pequeñas vecindades siempre encuentran un rato para echarse unas cancioncitas y unos bailables. Es el México que canta y aguanta.

Nosotros los pobres es un gran clásico rodado en 1948 por Ismael Rodríguez para lucimiento del actor-fetiche del subconsciente mexicano, Pedro Infante, macho alegre y cantarín cuyas películas son tan populares hoy día como en el tiempo en que se rodaron.

Las razones por las cuales Nosotros los pobres es un film que hoy se cae a pedazos por todas partes son fundamentalmente dos: la excesiva sensiblería de las situaciones dramáticas y unas actuaciones lloronas no han resistido el paso del tiempo. Tantas desgracias parecen pasarles a estos pobres de Nosotros los pobres que llega un momento en que la película se convierte en un producto inverosímil. La extrema simplicidad de los personajes es tan maniquea que hoy resulta ofensiva, hasta el punto de que, si todo el cine clásico mexicano se redujese a productos como éste, su valor artístico y cultural sería mínimo, y el interés por su estudio un mero acto simbólico o de puro interés sociológico.

La peor razón por la cual una película como Nosotros los pobres produce hoy sonrojo y vergüenza ajena es por el mensaje constante y nada subliminal de que la pobreza, al contrario de lo que indica toda observación de la realidad, es fuente de virtudes y de valores. Constantemente se nos bombardea con frasecitas que producen sarpullidos por toda la piel: “Ustedes los pobres son felices porque tienen amor”, o bien los lemas que aparecen claveteados por las camionetas: “Se sufre, pero se aprende”. En el colmo de la apoteosis del culto a la muerte, la pequeña Chachita exclama contenta tras enterrar a su madre apenas conocida en el lecho de muerte: “Ahora sí ya tengo una tumba para llorar”.

Los pobres de Nosotros los pobres son felices en su desgracia porque tienen una tumba para llorar, que es la tumba de sus propias vidas incompletas de niños eternos a merced de todas las calamidades que tiene la vida. Eso sí, son felices porque son sencillos y tienen amor, muy devotos de la Virgencita, y en sus vidas nunca falta un momento para calentarse la tripa con unos tequilitas y el alma con unas cancioncitas.

A 56 años de su estreno, ni siquiera el eficiente trabajo de sus actores y de una dirección y equipo técnico más que solventes en su oficio son capaces de salvar esta película. A pesar de llegar a tener escenas altamente notables (todas las escenas corales de la vecindad, y sobre todo, una secuencia expresionista en que Miguel Inclán acusa su remordimiento por haber robado el dinero de Pepe el Toro), Nosotros los pobres se antoja hoy no sólo como una película repulsiva y mentirosa, sino hasta genocida, ya que su mensaje sólo pretende contribuir a la propagación de la nefasta idea de que miseria y felicidad son como decir pan y tomate: Viva la pobreza; viva la muerte.

Nosotros los pobres (1948). Dirección: Ismael Rodríguez. Guión de Carlos González Dueñas, Ismael Rodríguez y Pedro de Urdemalas. Fotografía de José Ortiz Ramos. Música de Manuel Esperón. Montaje de Fernando Martínez. Intérpretes principales: Pedro Infante, Evita Muñoz, Carmen Montejo, Blanca Estela Pavón, Miguel Inclán, Fernando Soto, Katy Jurado. México, 128 m. (**).

3 comentarios:

port y yo dijo...

De acuerdo Ricardo, Pedro Infante es lo peor que le ha pasado a México. Gracias a él son posibles personajes como los Fox o López Obrador. El cine y los políticos que México se merece.

Port

El Pobresor Gafapasta dijo...

Mi estimado Port:
Yo no sería tan radical, aunque sí con esta película deleznable. México tiene un gran cine clásico, pero esta vez tocó hablar un poco de lo malo.

Un abrazo.

YOCESSS dijo...

HOLA RICARDO,
Definitivamente el melodrama urbano de Nosotros lo pobres carece de elementos narrativos verosimiles además de exacerbar valores morales inexistentes en su totalidad en cualquier clase social por su mera procedencia, habría que contrastar este filme melodramatico y maniqueo con Los Olvidados de Buñuel, en donde el realismo, claro con sus nunca faltantes elementos surrealistas caracteristicos de Buñuel, aparece como linea narrativa y que derinitivamente maneja con gran maestria, y que además no fue tan bien vista por la sociedad de la época, lo cual contrasta con la audiencia que tuvo Nosotros los pobres, a final de cuentas nuestra sociedad no estaba, ni está aún, lista para ver su realidad al desnudo.