Sabida es la gran pasión que desatan los luchadores enmascarados en México, y no sólo en México. Hoy las películas de Santo, el enmascarado de plata, han tomado incluso las filmotecas de París o Barcelona. En el extranjero causan curiosidad y no poca fascinación. Leídos con atención los dos tebeos adquiridos en un kiosquito de Guanajuato, el resultado no puede ser más decepcionante. Con frecuencia defiendo la idea de que uno no necesita leer un libro o un cómic (o visionar un film) para saber con qué se va a encontrar. En caso contrario, lo que llamamos cultura no tendría valor porque no nos hubiera dejado una experiencia previa de lecturas o visionado de películas. Sin embargo, a pesar de tener esa fina intuición que proporcionan los años de clavar codos sobre los libros, uno se anima a conceder la oportunidad, ya que siempre es mejor ser descubridor de lo insólito que mero receptor/transmisor de un hecho bien conocido. Me explico: es difícil ver Ciudadano Kane teniendo en mente que muchos la consideran la mejor película de la historia del cine por varias razones; por el contrario, nunca olvidaré la emoción y sorpresa que me causó en los ochenta ver una película absolutamente desconocida titulada... Blade Runner. Hoy, con toda justicia, Blade Runner ya es la obra maestra clásica y reconocida que nos fulguró en su día a quienes la vimos con ojos incautos que se fueron volviendo cautivos de la maravilla.
Santo la leyenda de plata # 04 tuvo esa oportunidad, mas no funcionó. Rutinariamente escrito y dibujado, es un objeto de consumo de baja calidad que apela además, ay, a ese ternurismo infumable tan propio de Nosotros los pobres y de otras películas enormemente lloronas. Carece también de la gracia kitsch con que hoy se pueden ver las viejas películas del Santo. Tebeo whitmaniano editado por el Hijo del Santo (él se celebra y él se canta; mas no toca muy bien las rancheras, que dicen en Ciudad Jiménez), en este número 4 se halla al borde de la muerte, ocasión propicia para encontrarse con su padre (el mítico Santo de las pelis) y que éste le demuestre en el Cielo apoyo incondicional ante todas sus acciones heroicas en este valle de lágrimas. Uno lamenta que sean tan difícilmente encontrables las historietas que décadas atrás escribiera y dibujara el genial José G. Cruz, mi monero mexicano de todos los tiempos. Difícilmente pueden ser peores, y es más que posible que sean excelentes al proceder del pincel y la fértil imaginación de José G. Cruz.
En cuanto al segundo tebeo, es todavía peor: el número 1 de Los luchadores se centra en dibujarnos el combate que el Doctor Wagner Jr. sostuvo en Japón contra Kanemoto. Lo mejor, sin duda, es la entrevista con el Doctor Wagner Jr. Ni guión ni dibujos están al nivel de lo mínimamente aceptable. Lo malo de estos dos tebeos no es que sean populares, sino que sean malos como El libro Vaquero, porque la mentalidad de quien los edita es la de hacer un mal producto para gente de la que se supone a priori que es ignorante o tiene gustos chafimex. Si quieren alta cultura, parecen pensar, que lean Batman. Lo popular también se encuentra en los tebeos escritos por doña Yolanda Vargas Dulché, por ejemplo, una señora que escribió unos melodramas delirantes de cientos de páginas que a mí me encantan. Sin embargo, en doña Yolanda había, claro, un conocimiento mayor del relato de largo aliento o novela río que no vemos por ninguna parte en otros productos de menor calidad. El chiste no está en que dure, dure y dure, sino en que dure lo mejor posible mientras dura. O como dicen algunos léperos pelafustanes que yo conozco: el amor dura, mientras dura-dura.
Santo. La leyenda de plata # 04. Guión de Hoss y Martín Mataine. Lápiz de Porfirio Paz. Tintas de Alfonso Martínez Méndez. Escenografía de Gustavo Vega. Trazo de portada, Oscar Bazaldúa. Pintura de portada de Antonio Santillán. Carol Ediciones y Producciones Obregón. (* de 4)
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo. El comic del Santo es una decepción; lástima que sólo se interesen en lucrar (y vaya arbol al que se arriman) y no en hacer algo de calidad.
Saludos.
¡JA, JA, JA, JA! Ojalá que los dibujantes también hubieran lucrado con El Santo, así no nos estaríamos comiendo las uñas ahorita por no contar con solvencia económica. Por favor, Camps, opina con conocimiento de causa. A los dibujantes del Santo les pagaban un mes ¡UN MES! después de haber entregado el trabajo. ¿Lo sabías?
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