lunes, marzo 26, 2007

CORMAC McCARTHY: HIJO DE DIOS

Cormac McCarthy es uno de los novelistas de culto de la literatura norteamericana actual. Es, además, un destacado icono para quienes habitamos esta región del mundo, esta Mexamérica culturalmente mestiza que no es México ni Estados Unidos (más allá de fronteras políticas y cacería de mojados, you know), ya que entre la pulida y poco abundante trayectoria literaria de McCarthy (nueve novelas desde que en 1965 publicó la primera de todas, The Orchard Keeper) encontramos una Trilogía de la Frontera integrada por All The Pretty Horses (1992), The Crossing (1994) y Cities of the Plain (1998). Los fronterizos ilustrados se quejan, con razón, de las traducciones vertidas al castellano de Castilla, que no al español, y resulta conveniente leer a McCarthy en inglés. No creo que a estas alturas sea necesario trufar una traducción de notas donde se explica qué cosa sea un burrito, o al menos no desde que en España te venden unos (horribles) burritos por un ojo de la cara hasta en el aeropuerto de Barajitas.

La ilustrada Doña Maquila leyó hace muchos años All The Pretty Horses en traducción de Pilar Giralt publicada en Seix Barral (la compré en un saldo en Monterrey, donde me costó cinco pesos, algo menos de cincuenta céntimos de euro). En aquellos tiempos no se hablaba tanto de McCarthy, individuo que rehuye entrevistas y teorizaciones sobre el arte de escribir; que ha tenido la típica vida atípica del escritor itinerante: mil oficios, existencia errabunda, escritor en mil cuartos de motel… Una biografía en inglés la tienes aquí.

En enero compré Hijo de Dios, una de sus novelas anteriores a la trilogía de la frontera y anterior, también, a la que todos consideran su primera obra maestra: Blood Meridian (1985). Ya le tocaba a don Cormac, así que la leí con buenas ganas durante la semana pasada. Hijo de Dios nos cuenta la historia de Lester Ballard, un jovenzuelo de orígenes campesinos y marginales, cuya sexualidad reprimida estallará hasta el extremo de convertirse en asesino y necrófilo. Si bien hace unos días comentaba la novela de Martín Solares, Los minutos negros, y mencionaba que algunas obras incurren en la temática criminal y la desbordan, aquí tenemos un caso similar. Los plumillas de solapa relacionan Hijo de Dios con Santuario, de Faulkner, obra que también consignaba yo en mi comentario sobre la novela de Martín. Las coincidencias son menores, en todo caso, y no alcanzan nunca ese prodigio de barroquismo y espesor literario que tiene Santuario. De cualquier modo, los modelos de Cormac parecen otros. En concreto, Hijo de Dios me parece una novela imposible sin la herencia de la novela dura que escribió Jim Thompson, un autor genial que nunca publicó en ediciones de cartoné y que hoy forma parte del Olimpo de los narradores americanos del siglo XX. Con justa razón. Ahora bien, Hijo de Dios parece una novela de Thompson sin Thompson, sin la causticidad de sus diálogos, sin su prosa afilada y cortante, sin la crueldad congénita y amoral de sus personajes. En cambio tiene descripciones elaboradas de paisajes geográficos o del alma. Hijo de Dios es una novela muy estimable que en su tiempo pasó bastante desapercibida y cuyos pasajes más escabrosos, en algunos casos, generaron cierto malestar entre algunos críticos con corazón de pollo. Eran otros tiempos.

1 comentario:

El Pobresor Gafapasta dijo...

Gracias por tus palabras, Chronista. Bueno, en Amazon hay una sección donde te explican cuáles son los costos por envío fuera de Estados Unidos. No sé cuánto será exactamente a Chile, ya que yo, al vivir en la frontera, los recibo en una dirección de El Paso, y no me cobran nada, pues a partir de una pequeña cantidad el envío es gratuito dentro del territorio nacional.

Por lo demàs, son absolutamente de fiar y los libros vienen muy bien protegidos.

Un saludote.