lunes, febrero 21, 2005

GUILLERMO CABRERA INFANTE (1929-2005)

Uno de los riesgos de no escribir más a menudo en la bitácora (porque no hay nada que contar, o bien no hay ganas de hacerlo) es que la paginica de internet se puede convertir en paginucha de necrológicas. El pasado jueves fue Arthur Miller, y ahora se nos ha muerto Guillermo Cabrera Infante. Cada vez nos quedamos más solos en este valle de lágrimas. Se nos ha muerto para quienes chapoteamos con frecuencia en ese feo vicio de la buena literatura y también, ay, para quienes disfrutamos leyendo sobre cine. Se nos ha muerto Cabrera Infante de un montón de complicaciones, como siempre resulta morirse: sólo los malos de las películas malas se mueren enseguida, antes de la palabras The End.

El gran novelista de Tres tristes tigres, cubano ilustre protagonista del Boom de la narrativa latinoamericana, gran analista del cine universal que glosó tantos fallecimientos del séptimo arte, ahora fallece sin pluma gloriosa que sepa ensalzarlo a la misma altura a la que él condujo a los tránsfugas de este universo hecho de mortalidad y cine, que es como decir de insomnio y sueño.

Uno de mis libros de cabecera es su genial Cine o sardina, donde se recopilan muchos de sus escritos sobre cine, entre ellos muchas retrospectivas necrológicas. Escritos con profusión de juegos de palabras, sus opiniones, juicios y semblanzas son siempre una fiesta para el intelecto.

Voy a entregar a mis estudiantes de Cine y literatura un artículo sobre los grandes compositores del Hollywood clásico que Cabrera Infante tituló La música que viene de ninguna parte. Iba a ser el primero de una larga serie, porque leer las opiniones de Cabrera Infante sobre cine es, muchas veces, tan bueno o mejor que el mismo cine. Ahora lo conocerán muerto, qué pena, pero también esto entraña algo de filosofía existencial: a menudo lo mejor de la vida es a veces vida muerta pero recuerdo vivo, eterno.

Se nos fue uno de los grandes forjadores y juguetones del idioma español que muchos necios se empeñan en rebajar a la denominación de provincial castellano. Se nos marcha con su inevitable habano o su lacónica pipa humeante a la región en que un día, quizá, moraremos todos los fumandrines cineadores para revolotear, como aves sin oficio ni beneficio eterno, por los alrededores del antro mitológico de un tal Rick. Un lugar donde, también, la hermosa música llegará de ninguna parte.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es la primera vez que estoy aquí. ¡Fabuloso tu blog!
Lo de Cabrera Infante.... sí, escuché la noticia esta mañana muy temprano en la radio mientras preparaba mi desayuno y me quedé helada. Tienes razón: cada vez nos vamos quedando más solos... :-(
Un cordial saludo y ya regresaré a leerte.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Hola, SAndra. Gracias por pasarte por aquí. Espero que vuelvas pronto(luego me daré una vuelta por tu página, y ya te digo)

nacho dijo...

Se nos adelantó el maese Cabrera Infante, ya lo alcanzaremos.

Por cierto, hace unos diez días publiqué un post sobre tu página. ¿Lo viste?
Un saludo desde Beautyfulville.
(humphreybloggart.blogspot.com)

El Pobresor Gafapasta dijo...

Hola, Nacho. No la había leído, pero hora mismito voy pallá. Gracias.