El otro día me quedé con ganas de colgar algunas imágenes del trabajo de Alan Davis para Batman: Año Dos. No he querido escarbar entre las viñetas y reproducir alguna donde la acción se convierta en protagonista, en lo que se conoce como drama objetivo (un combate, alguien que desenfunda una pistola, etc.) sino en lo que más me atrae en los cómics: el intimismo. Recuerdo que una de las series populares que más me hizo disfrutar a principios de los 90 fue la reedición del los Classic X Men de Claremont y Dave Cockrum. No precisamente por la historia principal, sino porque completaba cada número una breve historieta de corte intimista donde se nos hablaba de la vida cotidiana de los grandes héroes. Los guiones también eran de un muy potable Claremont, y los dibujos corrían a cargo de un artista que hizo un trabajo delicada y con hieratismo clásico: John Bolton. De nuevo Claremont no inventaba nada, pues, como aseguraba el clásico Lucrecio y comenté ayer, nada nace de la nada: Stan Lee revitalizó el género de los enpijamados con esta estratagema, y con el tiempo otros ahondaron en ella con fortuna. Tampoco fue invención de Lee, un genial pirateador de los clásicos, y es posible que el propio Lee lo haya reconocido en alguna parte. Ya en Homero asistimos a la vida cotidiana de los dioses griegos y a sus miserias, calentones y rencillas. Con todo ese material y más se publicó un libro muy divertido: La vida cotidiana de los dioses griegos, de G. Sissa y M. Detienne (edición española, Temas de hoy).
Pues bueno, volviendo a Davis, este señor tiene páginas en internet con ilustraciones fantásticas, tanto aquí como aquí. Sin embargo, en el contexto general del cuaderno que Davis dibujó para el murciélago y entintó Paul Neary, lo que más me atrajo es el intimismo de un par de escenas. Bruce Wayne conoce a Rachel Caspian, una linda muchacha, como podrán ver. La pobrecita todavía no sabe que es la hija de un peligroso vengador nocturno que se hace llamar La Parca (es el nombre singular latino de las tres hilanderas de la mitología clásica que los griegos llamaban Moiras y manipulan el hilo de la vida humana: Cloto lo hilaba, Láquesis lo medía y Átropos lo cortaba con sus tijeras; en singular, Parca denomina a la representación esquelética de la Muerte, la mexicana Calaca). En la segunda viñeta de las dos reproducidas, la estampa es de una sencillez prodigiosa (clicar sobre la imagen para ver más grande): los ojos tienen una azulada palpitación acuática; son grandes y luminosos, y Davis (ayudado por las tintas de Neary) supo otorgarle una inocente santidad que pronto se va a explicar. También la ondulación y caída del cabello, que armoniza con las líneas del cuello de su vestido, le conceden un aire de movimiento contenido, de inquietud infinita difícil de apaciguar. Dentro de la composición de página, es la viñeta central: se suprime la caja de la viñeta y el fondo desaparece para que se llene sólo de una luminosidad que resulta perfecta para musicalizar sus palabras: “Me preocupa el mal y su influencia en el mundo”. ¿Acaso se cree una santa?
3 comentarios:
Si la verdad, es genial.
Me aficioné a los comics en mi más tierna adolescencia, llegue a ellos por medio de la pintura. Y actualmente tengo una colección bastante curiosa y numerosa. Puede que algún día intercambiemos o conozcamos piezas de uno y otro. Doy por supuesto que tu tb tienes una.
Yo lo que no tengo son originales, pero colecciones a mi gusto tengo dos, una en Murcia y otra en Juaritos, siempre en construcción. Bienvenido, y gracias por tu comentario.
Ah, bienvenido de nuevo, debo decir. Ya nos conocemos.
Nos seguimos leyendo. Un abrazo.
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