martes, julio 12, 2005

DE NUEVO EN JUARITOS

Perezosamente reemprendo la senda bitacorera. Apenas me hallo en recuperación de la transmigración chárquica, que siempre me causa extraños efectos de comportamiento: sorprendentes madrugones a las seis de la mañana y cosas así; cierta melancolía, inapetencia por la buena comida... Son efectos secundarios del transcurso de una vida a otra, de una realidad a otra, tan distintas entre sí. Muero en un continente y resucito en otro. Es curioso vivir dos vidas a diez mil kilómetros de distancia, a ambos lados de las turquesas cortinas. Cuando estoy en Juárez no quiero marcharme a España; cuando estoy en España, no quiero regresar a Juárez. Se trata de una de las paradojas de mi carácter, enormemente renuente al cambio (soy también, en este peor de los sentidos, un clásico). Abandoné la húmeda Murcia envuelta en su característico calor vaginal y regreso al sol del desierto que repela las calaveras en los lotes baldíos. Como siempre, me traje las alforjas henchidas de material, aunque en esta ocasión creo que me pasé con las películas, me pasé un pelín, y al contarlas ahora descubro que son 41 pelis, con incidencia en el western y en Hitchcock y Raoul Walsh. Precisamente ayer volví a ver una de este maestro, Pasión ciega (They Drive By Night, 1940), una película que mezcla el realismo social con el cine negro. Recordaba este film como una pequeña joyita, una de esas películas de tres estrellas que no llegan a la excelencia pero que se ven muy bien. Al revisionarla, más de veinte años después de la primera vez, me sorprendí al descubrir que Pasión ciega ha ganado con el tiempo. Esas tres estrellas son como tres medallas que ya quisieran muchos directores lucir en el pecho. Sobre todo, impresiona y seduce todavía el gran nervio de Walsh, ese maestro cuyo cine era siempre magro, sin grasa, ácido, duro, veloz... Para él, una dulce escena entre un hombre y una mujer era como pegarle fuego a un burdel. Sin sensiblerías, vusiplé. Y el reparto, una maravilla: Humphrey Bogart, George Raft, Ann Sheridan y Ida Lupino. Mujeres guapas con hermosos vestidos, peinados de los 40 y mucho, mucho humo de cigarrillos. Qué delicia. Melodrama negro sobre la perra vida de los camioneros de los años 30, una clase de película que hoy nadie filmaría. Perdonen que me gusten tanto los clásicos, que me repita tanto.

Y la ciudad juarina, la zarina despelucada del norte, vive sus melodramas también sociales y también negros con impávido gesto de déja vu: por fin atraparon a los violadores y asesinos de la niña de 7 años Airis Estrella (gracias por mocharte, FBI): tres hijoputas que secuestraron a esta criatura y la fornicaron hasta su muerte. Yo me cago en el sagrado corazón que palpita en la tumba de sus muertos. Ojalá revienten como cerdos en un día de matanza murciana en la puta cárcel, pero que antes sus patibularios inquilinos, como es de rigor entre gentes de principios, les dejen el culo como abrevadero de patos.

En cuanto a la imagen de Morris que encabeza estas líneas, pertenece a un álbum de la serie Lucky Luke (Tortillas pour les Dalton) que ahora reedita Planeta. Son los Dalton, claro, esos malandros apandadores del western desinée que ahora protagonizan su propia película. Dicen que es un bodrio, y me lo creo. Yo, a mis películas antigüitas, que muy bien me lo paso. Ojalá que todos los malandros de la Urbe Juarina fuesen como los Dalton de Lucky Luke. La vida imita muchas veces a la ficción, pero pocas veces la vida imita al cómic. Una desgracia más en tiempos del rey Tony Blair.

Qué aguado me ha quedado este blogo, pero es que no hay voluntad para más. Es que ando en uno de esos días: mudando de piel, como las serpientes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Bienvenido a Juárez? Una expresión siempre ambigüa... :D Olvídate del post: está bien; o a todo caso achácaselo al jet lag.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Gracias por ser el primero en darme la bienvenida a Juárez, Llorch. No el primero "físei", pero sí por escrito (dejo de lado que hoy día podamos corregir al latino y decir que verba volant, scripta mament).

Por cierto, me gusta el lavado de cara de tu blog.

Anónimo dijo...

Apenas ahora releyendo encuentro el pun> de tu latín. Lo cual es un mal indicio de mi futuro en Latín III.