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Hoy me he acercado a uno de los cines de Juaritos para ver
The Corpse Bride, segunda película animada de ese niño diabólico y travieso que es Tim Burton. Muchos se rasgaron las vestiduras cuando, recién concluido el primer o segundo
Batman (mejor el segundo que el primero, en mi opinión) los de
Cahiers du Cinema le ascendieron a la categoría de los
auteurs americaines. El film
Ed Wood mediante (obra maestra) y otras películas después, el tiempo ha concedido la razón a quienes siempre vieron en Burton uno de los artistas más singulares del cinema usaca y uno de las referencias imprescindibles del mismo en estos tiempos de cólera bélica y azucarillos mediáticos.
No soy la persona más adecuada para juzgar este film, ya que no soy un habitual del cine de animación. A pesar de mi afición por los cómics, no soy aficionado al animé, ni a los dibujos animados ni al cine de animación, ya sea con pretensiones artísticas o sin ellas. No porque lo infravalore, sino porque no, porque el diablo no tocó a esa puerta y tocó a otras. No soy la persona más adecuada para juzgar este film porque lo ignoro en su contexto: no sé qué aporta dentro de la tradición que llega hasta ahora mismo, y no sé hasta qué punto es genial, o no lo es, comparado con, pongamos por caso,
Los increíbles o
Pocahontas. Como no soy la persona más adecuado para juzgarla, voy a decir poco más del hecho de que me ha gustado.
Tenía ganas de ver un film de Burton (en esta ocasión, codirigido con Mike Johnson). Suelo esperar de él una confusión bien equilibrada de temas góticos hábilmente reelaborados entre los miedos de la infancia y las agónicas nostalgias sombrías de la madurez. En este caso nos presenta una bellísima historia de dibujos animados o de marionetas (no sé si llamarla así, mucho ha llovido desde que yo veía
Los Picapiedra hasta ahora, y a mí toda la evolución me ha pasado de noche), basada en un antiguo cuento popular, tan bello que uno lamenta profundamente que Burton haya decidido rodarlo aquí, y no como una película con actores de carne y hueso y una maduración dramática más elaborada, que en sus manos hubiera podido dar una gran película romántica en la estela de
Jennie,
Sueño de amor eterno, o incluso, por qué no,
Somewhere in Time. Porque claro,
The Corpse Bride es una película para niños, ideal para este Halloween, pero para niños al fin y al cabo con todas sus concesiones y limitantes. Fantástica recreación de un mundo provinciano y crepuscular, completamente angustioso, la mayor gracia reside en presentar el mundo de los vivos como gris y decadente, mientras que su visión del más allá resulta ser festiva y colorida. A ese colorido contribuyó, no por azar, la evocación que del mexicano dibujante de calaveras festivas, José Guadalupe Posada, hicieron los diseñadores de todos los personajes, dirigidos por el español Carlos Grangel. Grangel y su equipo, bajo las instrucciones de Burton, han levantado un mundo de personajes animados impecable donde, curiosamente, el alegre mundo de los muertos recuerda enormemente toda la iconografía mexicana al respecto, y el mundo de los vivos parece el de la gris y puritana América contemporánea de Bush. Más allá de cualquier fantasía al respecto sobre las siempre forzadas y tirantes relaciones entre estos dos grandes países, y mucho más allá de cualquier lectura sociopolítica al respecto,
The Corpse Bride es un film que merece la pena por su poesía inocente y su estética romántica, la historia de una muerta enamorada de un vivo perdido y desvalido que acaba por descender al Hades por el error de haber desposado, sin saberlo, al fantasma de una novia asesinada casi ante el altar que acabará por transformarse en mariposas que vuelan hacia su añorada luna del mundo de los vivos. El tema de los vivos que regresan del mundo de los muertos es viejo como el hombre, y hasta Burton se permite de manera genial e casi imperceptible un emotivo y contundente homenaje a la separación final de Orfeo y Eurídice narrada por Ovidio en sus
Metamorfosis. Pero al revés: en
The Corpse Bride, Orfeo será ella, rebajándose a descender al mundo de los vivos para conseguir su amor.
Divertida y emotiva de principio a fin, quizá la única falla (o mayor acierto) de esta película estribe en el carácter infantil o adolescente del mismo público al que va dirigida. Quizá esto no sea un defecto en sí mismo, pero, como he dicho antes, no soy el más adecuado para juzgar esta película en su contexto. Más información, de mayor utilidad que la aquí expuesta y con una buena sinopsis de la trama argumental, la podréis encontrar
clicando aquí mismo.