lunes, enero 09, 2006

WHITE HEAT (1949)

Esto es gran cine. Magro, sin grasa. Al grano, sin gilipolleces ni amaneramientos formales: conciso, vibrante, con nervio, con garra, una película nada sentimental ni moralista que te agarra de las pelotas y no te las suelta hasta que lees The End sobre la pantalla, un The End que parece, no podía ser de otra manera, la inscripción de una lápida. Esta película es la tumba que levantó el gran Raoul Walsh para ensalzar en la muerte a gente como Cody Jarrett: un violento salteador con complejo de Edipo que carga con su madre a cuestas de atraco en atraco y de huída en huída. Al rojo vivo (White Heat, 1949) es una de las grandes películas de uno de mis directores favoritos de la historia del cine americano: Raoul Walsh, un hombre que a lo largo de varias décadas produjo multitud de obras maestras del cine negro, el western, el bélico y el género de aventuras. Walsh era uno de esos espíritus vitalistas que vivieron la existencia pisando el acelerador y supieron imprimirle a todas sus obras un sello absolutamente personal. En realidad el gran cine de Walsh no era muy distinto de esta película, y sorprende comprobar cuántos títulos emblemáticos llegó a firmar a lo largo de sus cinco décadas de trabajo incansable desde los albores del mudo (Walsh sería importante sólo por el hecho de haber dirigido El ladrón de Bagdad en 1924). Hasta los títulos menores de Walsh, aquellos que rodó pensando en otra cosa o para salir del paso mientras se ocupaba de un proyecto más importante, tienen su nervio y, cuanto menos, una secuencia con toda la fuerza y embrujo de que era capaz. Al rojo vivo, además, cuenta con la presencia del gran James Cagney y de la bellísima Virginia Mayo, una de aquellas mujeres de los años 40 y 50 que Hollywood supo crear para embeleso de las generaciones futuras, y de la que James Cagney dice en una línea de guión con toda justicia: “A ti te sentaría bien hasta la cortina de la ducha”. Y es que en aquellos tiempos más ruines pero más auténticos, un tipo duro era un tipo duro, y una dama era una dama. Y se fumaba hasta en el confesionario. Tiempos rudos de humo, de verdad, de convulsión y de furia. Como White Heat, una de las cumbres del cine negro.
Al rojo vivo (White Heat, 1949). Dirección: Raoul Walsh. (****, de 4). Como hoy no tengo ganas de transribir más datos, mira aquí.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremendo el papel de James Cagney. Leyéndote me han entrado ganas de verla de nuevo.

Anónimo dijo...

Richard antes que nada feliz navidad y anio nuevo. La pelicula me parece que seria buen engranaje para la futura materia de cine, bueno habra que verla.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Brujo: que la disfrutes, merece la pena. Siempre. Vibrante y formidable. La escena final, un momento de antología. Y sobre todo, qué bella y malvada es Virginia Mayo en este film. Dulce veneno.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Félix:
Te deseo a ti y a todos los tuyos un estupendo año, lleno de esplèndidas películas y de estupendas lecturas. Cuando quieras te presto ésta. Un engranaje perfecto para cualquier curso o materia sobre el cine. Puro nervio. Como Cagney.