Comienzo hoy una reseña de dos grandes obras olvidadas de Jesús Blasco con Cuto como protagonista. La publicaré completa a lo largo de toda esta semana, y a ritmo de un cachito por día, ya que la siguiente será de asueto para este viejo y fatigado Profesor Gafapasta y estaré ausente de la ciudad. Mi idea es incluir también una buena cantidad de imágenes, ya que, aunque en esta bitácora los textos sean con frecuencia prescindibles, las imágenes siempre son bonitas. Una reseña del Cuto de Jesús Blasco en la Red es muy necearia, ya que, si España fuera de otra manera (más orgullosa de lo esencial, menos de lo pintoresco), Cuto sería uno de esos personajes de tebeo que no faltarían a su cita mensual en los kioscos o las tiendas especializadas. Tampoco faltarían El Cachorro, El Capitán Trueno o El Inspector Dan, entre otros. Desgraciadamente, España no es un país donde el tebeo haya conseguido consolidarse del todo como parte integrante de la cultura nacional, y los viejos personajes languidecen olvidados. En Francia continúan apareciendo álbumes de personajes autóctonos cuyo éxito se remonta a varias décadas (Alix, Blake y Mortimer, etc.), y lo mismo sucede en Italia (Tex o Zagor), por no hablar del caso de Estados Unidos bien conocido por todos (Batman, El Capitán América…). Sin embargo, en España, nuestro tebeo popular, nuestro tebeo de kiosco como en un tiempo fueron las revistas Chicos, Pulgarcito o Mortadelo, nuestros personajes que antaño eran leídos masivamente han sido paulatinamente olvidados. No sé quiénes serán los culpables, pero no me parece justo echarle la culpa sólo a las leyes del mercado (que los chavales de hoy prefieran leer manga o superhéroes americanos me parece más bien una consecuencia que una causa), sino también a la nefasta política editorial y laboral que tuvo Bruguera en sus dos últimas décadas de existencia, política laboral que hoy ejerce su heredera en todo lo malo y en nada de lo bueno: Ediciones B.
El tesoro olvidado del tebeo español es de una calidad que corta el aliento. He citado al monstruo que fue la Editorial Bruguera, pero no quiero dejar de mencionar que aquella editorial no fue la única: Valenciana o Maga también fueron un semillero de sueños semanales, y no cito otras editoriales porque esto es un blog y no pretendo ser exhaustivo.
Uno de los personajes más gloriosos de nuestra tradición fue el Cuto de Jesús Blasco. Ya dije aquí que yo, personalmente, conocí tarde y mal a Cuto. Recuerdo que en los años 70 circulaban por las librerías especializadas dos álbumes de Cuto a precio estratosférico para la época: Tragedia en Oriente y En los dominios de los Sioux. Por supuesto, ni los compré yo ni los compró casi ningún jovencito de aquel tiempo. Eran ediciones de qualité para coleccionistas (subrayo a propósito la pendejada que me argumentaba el librero: gente exquisita con poder adquisitivo que leía tebeos viejos en el sillón orejero junto a la chimenea mientras fumaba en pipa y escuchaba a Brahms). Flaco favor hicieron a España los sibaritas coleccionistas de sueños de posguerra: Cuto ha sido injustamente olvidado y las ediciones caras para coleccionistas han acabado malvendidas en los tenderetes: yo compré el verano pasado cada una de ellas a 9 insignificantes euros en el mercado de San Antonio de Barcelona. Vistas con los ojos de hoy, aquellas ediciones de qualité ni lo eran tanto, pero hay que reconocer que, en su momento, se hicieron con esmero. Tempus fugit.
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