Y si Tragedia en Oriente ya es un artefacto excelente en cuanto a su factura, En los dominios de los Sioux constituye el do de pecho de un Blasco con una capacidad asombrosa para superarse. De nuevo tenemos una historia que, por sí misma, no tiene mucho que ofrecer, pero qué más da: lo importante es el estilo en que está contada, y a este respecto Blasco es uno de los grandes maestros que tuvo España. El western, género que ha sido tan querido y popular durante el siglo XX, debía quedar fuera de las posibilidades aventureras de Cuto, al quedar forzosamente fuera del ámbito temporal en que podían desarrollarse las aventuras de este niño que vive en el Tebeolandia de los años 40.
Sin embargo, Blasco recurre al subterfugio argumental de un sueño para hacer vivir a Cuto una aventura entre los Sioux donde Blasco exprimirá todas las posibilidades de la iconografía del western para entregarnos a lo largo de 1946 un soberbio trabajo. La inocencia de planteamientos de esta obra maestra queda compensada por el elevadísimo nivel gráfico. En los dominios de los sioux es un album donde su dominio de paisajes, caballos, escenarios, claroscuros y sombreados (que revelan una gran influencia del Alex Raymond de X-9) revelan a uno de los artistas del pincel más grandes de la historieta española. En los dominios de los sioux es una obra que trasciende su tiempo, una guía fabulosa de representación del western clásico difícilmente superable para la época y, sin ningún género de dudas, una de las cumbres de este género en Europa durante la primera mitad del siglo XX.
Sólo un detalle afea realmente ambas historias, y es el maniqueísmo en la presentación de los personajes antagonistas. Jesús Blasco, a este respecto, no tenía más remedio que ser hijo de su época y amoldarse a ciertas convenciones que el tiempo ha vuelto definitivamente obsoletas. Tanto en Tragedia en Oriente como En los dominios de los Sioux, los orientales y los indios nativos de Norteamérica nos son presentados con tintas muy negativas que trascienden lo anecdótico, y hasta lo individual, para convertirse en retratos-robot de pueblos completos que hoy día no sólo rozan lo políticamente incorrecto, sino la falsedad. Los sioux que nos presenta Blasco son demasiado sádicos y malvados como para ser creíbles, y es una pena que nuestro autor no hubiese matizado más las tintas, puesto que esta obra merece, con todo derecho, ser desempolvada para que las nuevas generaciones tengan, por lo menos, el derecho a desdeñarla si su estilo les parece demasiado clásico y no les interesa.
De todos modos, no fue del todo culpa de Blasco, sino de la óptica un tanto corta de miras de su tiempo. No hay que olvidar que el revisionismo del universo western no había comenzado todavía, y aún tardarían mucho en llegar películas donde el indio norteamericano comenzaba a ser reivindicado y comprendido (Flecha Rota, película de Delmer Daves que inaugura este revisionismo de manera todavía un tanto infantil, data de 1950). Desde este punto de vista ideológico, y dejando bien claro que Jesús Blasco nunca se caracterizó personalmente por ser un racista, creo que esto es más que disculpable. Cosas peores sucedieron, se dijeron, se imprimieron en la triste España del general Franco.
3 comentarios:
Colega, hay cosas muy buenas en su blog. Seguí algunas recomendaciones con muy buenos resultados, y seguiré en ello, escarbando en los archivos y atento a las novedades.
Nos estamos viendo. Saludos,
Pase y sírvase a su gusto. Buffet libre.
Un saludote.
me ha llamado la atención eso que dices de los tomos de calidad para coleccinistas que terminan vendiéndose en ferias de libro a precios bajo mucho mas tarde...
es una conclusión a la que también he llegado hace tiempo pero en la que se vuelve a caer siempre...
¿como puede llegar a apreciar alguien una obra de algún autor clásico, español o no si no puede llegar a comprarlo?
si además la producción cubrió gastos ya hace tiempo...
todos los tomos de foster, raymond, cannif en tapa dura...
igual que los españoles...
¡ediciones baratas es el único modo de popularizar!
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