Eso es. Kaputt vacaciones. Otra vez en la chinampa a recolectar para la tesis latincillos y grecios (“grecios” por “griegos”; es bushismo). Regreso a la Urbs Iuarex después de pasar unos deliciosos días con mi santa en la delirante y barroca ciudad de Guanajuato. Cuando estén las fotos, ya comentaré mis impresiones, comilonas y piñaventuras. Una ciudad impresionante, con un hechizo brutal. ¿Ustedes se imaginan una ciudad completa que parece el Albaicín de Granada, pero lejos de la decorosa Europa? Bueno, pues es todo eso y mucho más. Y aunque yo no quería, y de veras que no quería, y cuando digo que no quería es que no quería, pasó lo que tenía que pasar. Miren, lo mismo que hay perros que por donde pasan se cargan de pulgas, hay individuos que por donde pasan se cargan de libros y de tebeos, y no es que uno quiera, no, es que los malditos libros y tebeos están ahí para provocarle a uno, para enseñarle la piernita y decirles llévame a tu casa, papi, restriega tus ojos por mi cuerpo y hiéreme con tu lápiz. Los muy malditos. Pues a pesar de que cargaba cien páginas (poca cosa) de una tercera parte de un capítulo de mi tesis, y La tragedia griega de Albin Lesky (ediciones El Acantilado, obra imprescindible sobre el tema) me compré algunos libros más.
Empecemos por los tebeos, que fueron menos (no esperen comentarios, vendrán cuando los lea): Santo la leyenda de plata; número 04 del reciente revival del enmascarado de plata, pero ahora centrado en su vástago y editor, el Hijo del Santo; el número 1 de otra serie de luchadores mexicanos recién comenzada: Los legendarios combates de los luchadores; finalmente, me llevo la gozosa sorpresa de saber que la editorial Porrúa está editando en tomos “integrales” esa obra maestra que es La familia Burrón, de Gabriel Vargas.
Libros: el guión de Profundo carmesí, película de Arturo Ripstein escrita por su santa, Paz Alicia Garciadiego; Al cumplir ochenta, de Henry Miller, una edición de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) que me encandiló porque parece un misalito; El espectáculo invisible, paradojas sobre el arte de la actuación escrito por el gran director escénico mexicano Luis de Tavira: el catecismo de Tavira; Fedra y otras griegas, obra de teatro de la mexicana Ximena Escalante; Daily Life of the Aztecs, de Jacques Soustelle, un libro para saber un poco más sobre ese pueblo complejo, difícil de comprender, y ya mítico; la primera novela de la serie original Fantomas, escrita al alimón de capítulos por Souvestre y Allain; la Nueva Historia Mínima de México (varios autores, editada por El Colegio de México); y lo que más me llegó al alma: por sólo 59 pesillos, el mastodonte Nadie es perfecto, de Hellmuth Kassler: la biografía oficial de Billy Wilder. Estoy deseando echarle el diente, aunque primero tengo que acabar a Lesky.
Y eso que sólo me fui seis días, y que conste, señor juez, que yo no quería, pero ellos se me insinuaron. Ni siquiera la camiseta que compré con el cartel de Santo contra las momias de Guanajuato pudo hacer nada para evitarlo.
3 comentarios:
Coño, ¡Menuda camiseta!
Pues yo el día de ayer empecé a leer la Nueva Historia Mínima de México.
Y, me da pena, pero nunca he leído a Los Burrón. Soy un vergüenza para mi país.
Hombre, Lino. Menos vergüenza serás si lees más sobre la historia de tu país que si lees la familia Burrón, pero ya que nos ponemos... Anda, ¡dile a tu familia que te mande un tomo de Porrúa a Canadá, que lo vas a disfrutar muchísmimo! Además te va a entrar la recosita que te rechinchina la piel por la morriña de la tierra.
Un saludote.
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