Alex de la Iglesia es una de mis asignturas pendientes del nuevo cine español. Apenas había visto de él la jocosa Muertos de risa hasta que este último fin de semana me propiné un programa doble de este director: El día de la bestia y 800 balas. Queda pendiente, todavía, la que al parecer es su obra más perfecta hasta la fecha: La comunidad.
Sin ser ninguna de las películas obras redondas, ambas pertenecen a ese cine enormemente disfrutable que se rellena de referencias cinéfilas y que abreva a todas horas en el casticismo ibérico más goyesco y hasta casposo. Mezcla de parodia y homenaje al cine de género, El día de la bestia dirige su humor estridente y abrasivo hacia el cine de terror de toda la vida, pero sobre todo aquel que proliferó en los años 70 desde Villaberzos a Milán, aquel cine que partía sobre todo del modelo de la británica productora Hammer para ejecutar producciones más modestas que han quedado en numerosas ocasiones como paradigmas, hoy tan revalorados, de la serie Z. En El día de la bestia se juega con aquel cándido temor milenarista que recorrió el mundo a finales de los 90: fin de siglo y fin de milenio auguraban el gran pifostio cosmogónico, y hasta los ordenadores (¿recuerdan?) podían dejar de funcionar con las uvas y las campanadas para sumirnos a todos en el caos post-apocalíptico. No pasó nada, claro, el Apocalipsis y el nuevo orden mundial no llegaron hasta que llegó Bush y tomó las riendas de la esquizoide realidad planetaria tras el 11 de septiembre de 2001. En El día de la bestia, un sacerdote de aspecto inofensivo, catedrático de Teología de la universidad de Deusto, después de muchos años de estudiar el Apocalipsis de San Juan llega a la conclusión de que el Anticristo nacerá en Madrid el 25 de diciembre de 1995. Ayudado por un aficionado al heavy metal (Santiago Segura) y por un gurú televisivo (Armando de Razza), el padre Berriartúa se enfrentará con la nueva amenaza mundial sembrando el caos por todas partes hasta llegar a un colorido desenlace. El día de la bestia es una parodia ejemplarmente conseguida: el cine de terror setentero es remedado con una gracia singular y un magnífico manejo del ritmo. No faltan guiños tampoco al cine clásico de suspense, donde Hitchcock, y sobre todo Vértigo, tiene al menos un par de homenajes enormemente divertidos y en algunos casos inadvertibles (el empleo de la música y las transparencias en el clímax del film, por ejemplo). Fabada colorida y de visionado lúdico, es también en cierto modo el germen del torrentismo, esa extensión un poco más casposa y de humor más bajo y siniestro que el actor y director Santiago Segura cultiva con éxito desde hace unos años para horror de críticos de cine políticamente correctos y deleite de masas hambrientas de migas con chorizo y circo.
El día de la bestia (1995), de Alex de la Iglesia. Guión de Álex de La Iglesia y J. Guerricaechevarria. Fotografía: Flavio Martinez Labiano. Producción: Andrés Vicente Gómez. Música de Battista Lena. Intérpretes: Alex Angulo, Santiago Segura, M. Grazia Cucionotta, Terele Pávez, Armando de Razza, et al. España-Italia. (***, de 4).
Sin ser ninguna de las películas obras redondas, ambas pertenecen a ese cine enormemente disfrutable que se rellena de referencias cinéfilas y que abreva a todas horas en el casticismo ibérico más goyesco y hasta casposo. Mezcla de parodia y homenaje al cine de género, El día de la bestia dirige su humor estridente y abrasivo hacia el cine de terror de toda la vida, pero sobre todo aquel que proliferó en los años 70 desde Villaberzos a Milán, aquel cine que partía sobre todo del modelo de la británica productora Hammer para ejecutar producciones más modestas que han quedado en numerosas ocasiones como paradigmas, hoy tan revalorados, de la serie Z. En El día de la bestia se juega con aquel cándido temor milenarista que recorrió el mundo a finales de los 90: fin de siglo y fin de milenio auguraban el gran pifostio cosmogónico, y hasta los ordenadores (¿recuerdan?) podían dejar de funcionar con las uvas y las campanadas para sumirnos a todos en el caos post-apocalíptico. No pasó nada, claro, el Apocalipsis y el nuevo orden mundial no llegaron hasta que llegó Bush y tomó las riendas de la esquizoide realidad planetaria tras el 11 de septiembre de 2001. En El día de la bestia, un sacerdote de aspecto inofensivo, catedrático de Teología de la universidad de Deusto, después de muchos años de estudiar el Apocalipsis de San Juan llega a la conclusión de que el Anticristo nacerá en Madrid el 25 de diciembre de 1995. Ayudado por un aficionado al heavy metal (Santiago Segura) y por un gurú televisivo (Armando de Razza), el padre Berriartúa se enfrentará con la nueva amenaza mundial sembrando el caos por todas partes hasta llegar a un colorido desenlace. El día de la bestia es una parodia ejemplarmente conseguida: el cine de terror setentero es remedado con una gracia singular y un magnífico manejo del ritmo. No faltan guiños tampoco al cine clásico de suspense, donde Hitchcock, y sobre todo Vértigo, tiene al menos un par de homenajes enormemente divertidos y en algunos casos inadvertibles (el empleo de la música y las transparencias en el clímax del film, por ejemplo). Fabada colorida y de visionado lúdico, es también en cierto modo el germen del torrentismo, esa extensión un poco más casposa y de humor más bajo y siniestro que el actor y director Santiago Segura cultiva con éxito desde hace unos años para horror de críticos de cine políticamente correctos y deleite de masas hambrientas de migas con chorizo y circo.
El día de la bestia (1995), de Alex de la Iglesia. Guión de Álex de La Iglesia y J. Guerricaechevarria. Fotografía: Flavio Martinez Labiano. Producción: Andrés Vicente Gómez. Música de Battista Lena. Intérpretes: Alex Angulo, Santiago Segura, M. Grazia Cucionotta, Terele Pávez, Armando de Razza, et al. España-Italia. (***, de 4).
2 comentarios:
Donmelon,
sobre la bestia y sus números, puedes leer en Laputan Logic un muy interesante post
http://www.laputanlogic.com/articles/2005/05/03-1238-8645.html
En lo que a la película... La he grabado en CD y cada tanto regreso a ver a la Bestia....
Gracias por tu disponibilidad, don Melón. Con respecto a lo que preguntas de la interpretación de las siete cabezas y Roma, no tengo ni idea, pero ahora mismo voy a leer la página que recomienda Silmarillion (gracias, Silmarillion!)y luego lo comentamos.
Un saludote.
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