Qué angustia. Ya sólo queda un solo tomo, el séptimo, para concluir la apasionante historia que desde 1998 Mitton nos está proporcionando con la imprescindible Quetzalcóatl. Una visión de la conquista de México (del México azteca invicto que acabó por convertirse en víctima de los caprichos de la Historia) a través de los ojos de un personaje legendario de quien poco se sabe: La Maliche. Aquella india que se convirtió en amante de Cortés, que aprendió su idioma y que le abrió las puertas de la debacle de los aztecas. Un personaje apasionante, tanto como lo fue el mismo Cortés, cuya venganza hacia el dominio azteca la convirtió en generadora de ese adjetivo que tan despectivo uso tiene todavía hoy en México: malinchista. Un malinchista es un favorecedor de lo extranjero, pero el vocablo tiene raras aplicaciones, siempre caprichosas en su utilización: ¿se puede considerar malinchista a quien acata las ingerencias de Estados Unidos en la política nacional, o es un resignado? ¿Fue malinchista Carlos Salinas de Gortari al impulsar esa catástrofe que fue el Tratado de Libre Comercio de México con Canadá y Estados Unidos, o fue neoliberal?
Y cuentan que Cortés la amó y que le puso casa en las afueras de México (lo que antes fueron esas afueras hoy es, entre otros lugares, el exclusivo barrio de Coyoacán; la que dicen fue casa de la Malinche hoy es propiedad privada de una pintora). Mitton lleva seis álbumes describiéndonos con un lujo de detalles prodigioso el extinguido imperio azteca, así como su debacle final ante aventureros como Cortés que el destino puso en su camino para su desgracia. Pobre Cortés. Nadie le quiere en México a pesar de ser, como lo ha llamado su más reciente biógrafo, el mexicano Juan Miralles, "el inventor de México". Sin embargo, Cortés fue sólo un juguete de la Historia: el pueblo azteca fue un pueblo trágico, pues se trataba de un pueblo condenado: ¿hubieran sido más indulgentes con los aztecas los franceses, portugueses o ingleses si ellos hubieran descubierto Tenochtitlán? Tampoco hoy veríamos al Presidente de la República Mexicana lucir en las recepciones internacionales el penacho de Moctezuma legado por sus antepasados.
Mitton ha construido una saga apasionante sobre el fin del mundo azteca y la conquista que reivindica de manera apasionante a un personaje tan importante y representativo como fue la Malinche. Con Mitton, más que nunca la maravillosa Tenochtitlán resurge de sus cenizas para deslumbrarnos con su pasado y emborracharnos con los tintes novelescos y apasionantes que le concede Mitton. Una obra documentada y hermosa. Falta sólo un álbum para concluir la saga. Qué angustiosa es la espera.
Jean-Yves Mitton, Quetzalcóatl VI: La noche triste. Ediciones Glénat. Barcelona, 2005. (****, de 4).