Había oído hablar mucho de la serie de Vértigo/DC Comics Cien balas, y ahora acabo de terminar el primer recopilatorio (trade paperback, que dicen los usacas) donde se reeditan los cinco primeros cuadernillos de la serie. Se titula First Shot, Last Call. Obtuve exactamente cuanto buscaba: un buen tebeo al que dedicarle dos agradables horas, dibujado con desenvoltura por Eduardo Risso y bien escrito por Brian Azzarello; un tebeo para pasar el rato como quien ve un par de episodios de una buena serie de televisión; un tebeo sin la carga cultural, simbólica, histórica o artística de otros, que hay que leer con la perspectiva del tiempo transcurrido y cierta cultura para hacer un ejercicio de abstracción que permita disfrutar más todavía. Cien balas es un buen tebeo de ahora bien contado. Ya está. No entiendo muy bien las causas del éxito gigantesco de la obra fuera de Estados Unidos, me parece que bebe sin demasiada originalidad de toda una larga tradición de novela realista del género negro. El primer tomo recopila cinco comic-books donde se desarrollan dos historias de venganza —éste parece ser el leit-motiv de la serie—. En la primera, una joven latina se venga de dos policías wasp que asesinaron a su marido e hijo. Recurre con ganas a todos los tópicos achacables a los latinos de origen mexicano que viven en Estados Unidos, y se lee sin más. Jim Steranko asegura en la introducción que “the creators know something about the underground corridors of urban life and what happens there”, pero a mí me da por pensar que han visto más películas que barrios.
La segunda historia nos cuenta el drama de Lee Dolan, quien vio cómo se hundía toda su existencia por la posesión de pornografía infantil en el disco duro de su ordenador. El misterioso Graves ofrece a los protagonistas un maletín que contiene la identidad y pruebas del culpable de sus desgracias, una pistola y cien balas no rastreables. Gracias a Graves, Dolan tendrá la oportunidad de vengarse de la vampiresa que, sin ni siquiera conocerle, implantó los archivos en su ordenador y le condujo al desastre existencial. Por sus aspectos mefistofélicos, es la historia que se lee con mayor gusto.
El volumen lo cierra un relato corto inspirado en la mejor tradición estética de Hill Street Blues. Como digo, un buen tebeo que se lee con gusto y cuyo rasgo más destacable resulta ser la ambigüedad moral de un paraíso de la justicia: aquél donde quienes han sufrido sin merecerlo pueden tomarse la justicia con su propia mano.
Para saber más de la serie, consultar la página oficial en
http://www.dccomics.com/features/100bullets/100bullets.html
Después de escribir estas líneas he descubierto una crítica en The Comics Journal que viene a decir lo mismo que yo, pero mejor expresado y en idioma de Chéspir. ¡Qué bien que no debo leer The Comics Journal para poder pensar por mí mismo!
http://www.tcj.com/3_online/w_review_bullets.html
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