Emotiva e intensa película. Transcurre tranquila como el agua que brota del canalillo de una fuente y gorgotea de manera natural y persistente, ligera pero honda. Se trata de una gran película que trata sobre la nada, sobre esa nada hiperbólica que encierran las vidas de los comunes mortales que nunca fueron más que una nada abonada desde la infancia, una nada silenciosa y resignada. El gran protagonista de la película es el silencio, la incomunicación que nos envuelve a casi todos los seres vivos y que nos engominola en un condón incomunicativo del que pocos pueden escapar. El tema es tan común que la magia de su narración no deja de ser realismo poético, lleno de símbolos tan contundentes sólo porque se encuentran en el momento justo de una narración cinematográfica. En el río sonoro y bronco de la vida, no serían más que paisajes intrascendetes de la soledad humana, una soledad genérica, indisimulada, ajena a los procedimientos de la narración literaria, vuelta a veces narración cinematográfica, y entonces adquiere un sentido oracular y revelador. Solas no es más que la historia de una anciana de pueblo (María Galiana) que llega a Sevilla para atender a su marido hospitalizado (hosco Paco de Osca) y allí ocupa un cuarto en casa de su hija María (Ana Fernández), una mujer resentida que acusa todavía las consecuencias de una educación violenta y un entorno familiar autoritario donde sólo la madre pareció convertirse en modelo de una resignación bondadosa que hoy nos resulta anticuada y hasta censurable. La relación de esta última con un vecino anciano, quien al final de su vida es iluminado por un sueño de ser útil todavía, cambia la vida de éste y de María.
Obra profunda y emotiva sobre un aspecto terrible de la realidad de nuestras vidas, es endulzada por unas interpretaciones absolutamente convincentes donde destaca María Galiana, profesora de instituto hasta entonces y lanzada con esta película (y a sus años) al estrellato. ¿Quién dijo que a los sesenta años no puede volver a empezar la vida? Solas no es un drama acartonado, sino un filete de vida. La vida de muchos seres anónimos sin licencia para matar.
Solas (1999). Dirección y guión de Benito Zambrano. Fotografía de Tote Trenas. Música de Antonio Meliveo. Con María Galiana, Ana Fernández, Carlos Álvarez-Novoa, Antonio Dechent, Paco de Osca, Juan Fernández. España, 98 m. (****)
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