Ayer falleció una gran dama del cine: Janet Leigh (1927). Protagonista de películas de tan hondo recuerdo como Sed de mal, de Orson Welles (1958) y Psicosis, de Alfred Hitchcock (1960), Leigh es recordada sobre todo por la famosa escena de la ducha en Psicosis, donde la bella ladrona cae acuchillada por el demente Norman Bates que interpretó Anthony Perkins. Esta escena, imitada hasta la saciedad durante años, ha permanecido en la retina colectiva como una de las cumbres del terror cinematográfico. Hitchcock fundió en ella indefensión, miedo y erotismo en un momento fílmico sublime al que la música del siempre grandioso Bernard Herrmann contribuyó con su batuta electrizante. No fue la única osadía que se permitió Hitchcock en Psicosis. Matar a la estrella (que no era otra sino Leigh) en mitad de la película fue un golpe de efecto para la época. No lo había sido menos abrir el filme con Janet Leigh levantándose de la cama después de un envidiable acostón disfrutado con John Gavin en una habitación de motel. Fiel a mi carácter más erótico que tanático, adjunto unas imágenes de la primera escena de Psicosis. Hoy todas las duchas del mundo están de luto. Hasta siempre, Janet Leigh.
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